8 ago 2011

LA PERFECTA CASADA.


Fray Luís de León considera el estado de la mujer como cualquier otro oficio: la visión del estado de casada como oficio tiene que verse en contextos de un mundo sacralizado y jerarquizado. En éste, cada uno tiene un lugar, un oficio, es decir, unas determinadas tareas con las que tiene que cumplir.

Este lugar material le está dado por Dios, y es –como todos los seres y las cosas- parte de una cadena, de la armonía establecida entre todos los seres y las cosas-. Parte de una cadena, de la armonía establecida entre todos los seres y cosas que existen en el mundo, creado por Dios.

No cumplir con sus tareas, por consiguiente, significa destruir esta armonía y obras contra la voluntad divina.

Fray Luís de León enuncia claramente este concepto cuando dice: “y la cruz que cada uno ha de llevar y por donde ha de llegar a juntarse con Cristo, propiamente es la obligación y la carga que cada uno tiene por razón del estado en bive, y quien cumple con ella, cumple con Dios y sale con su intento, y que honrado e illustre, y como por el trabajo de la cruz, alcanza el descanso merecido. Mas al revés, quien no cumple esto, aunque trabaje mucho en cumplir con los oficios que él se toma por su voluntad, pierde el trabajo y las gracias” (p.75/76)

Así, la cuestión de cumplir con su trabajo/ oficio/ tareas es más que una simple cuestión social o laboral es religiosa y moral, la de no oponerse a la providencia divina y un orden establecido por Dios. Todo incumplimiento, más o menos consciente, lleva inevitablemente al ámbito del pecado.
Fray Luís de León nos presenta el matrimonio como institución social y sacramento religioso (reproducción de la raza humana y glorificación de Dios, de claro carácter dicotómico, integrado por dos elementos complementarios de funciones muy determinadas y mayoritariamente opuestas: el marido y la mujer.

El marido asume la función pública, es decir, es responsable de la ganancia y de la representación de la familia hacia fuera, es lazo entre el ámbito exterior de la sociedad y el ámbito interior doméstico familiar.

La mujer tiene una función meramente privada que abarca todo lo familiar y doméstico. Es responsable de la administración de la casa en cuanto a mantenimiento y aumento de los bienes familiares. Además tiene que ocuparse de la crianza de los hijos y esforzarse en dar ejemplo a todos los miembros familiares incluidos los criados.
Representa lo que se llamaría el alma de la familia, ya que es responsable de la paz y de la armonía familiar. Por lo demás, en esta dicotomía se distingue una clara jerarquización de la estructura familiar: es el marido que manda y la mujer que sufre/ obedece, aunque lo haga con dignidad.
El agustino advierte claramente: “Y pues la muger, […] se dio al hombre para alivio de sus trabajos, y para reposo y dulzura y regalo; la misma razón y naturaleza pide, que sea tratada del dulce y regaladamente” (103/104) Por consiguiente, el hombre le debe un comportamiento digno y amable a la mujer por su ayuda, igual que la mujer se lo debe porque él le facilita la suministración con lo necesario. Sin embargo, la mujer de un marido, bruto y malhumorado tiene que aguantarse- e intentar mejorarlo-, y Fray Luís de León, evidentemente, no contempla en ningún momento la opción por la separación.

Autor:  Fray Luís de León